“The Giver” es una novela de ficción distópica escrita por Lois Lowry en 1993. El libro tuvo éxito y se llevó a la gran pantalla en 2014. Aunque presentó un gran reparto la película no gozó de mucho éxito. Pero lo que nos interesa del libro es su contenido filosófico. Más allá de los libros distópicos más conocidos, “1984” o “Un mundo feliz”, “The Giver” nos presenta una realidad futurista y utópica con muchos secretos.
En el libro encontramos las llamadas comunidades. Cada comunidad presenta una serie de normas diferentes a las del resto. La ciudadanía de cada comunidad, ordenados en Unidades Familiares, presenta una total y completa sumisión a dichas normas. La población está, además, totalmente vigilada con altavoces y cámaras para comprobar el seguimiento de las normas. Los ciudadanos presentan también un comparto total de los sentimientos y sueños con su familia y una gran dependencia mutua. La única cultura que poseen son las Normas de la Comunidad.
La sociedad constituye un reflejo de lo igual y “lo perfecto”. Acciones tan importantes como la unión conyugal se solicitan y se llevan a cabo mediante un profundo estudio sobre las cualidades de cada persona para poder realizar dicha unión. No presenta ningún tipo de proceso amoroso. Los hijos también se solicitan, ya que para lograr la armonía se ha eliminado la lujuria a la que llaman “ardor”, que dominan mediante pastillas.
Los Jefes de la Comunidad controlan todo lo que ocurre en ella. Estos, crearon las comunidades mediante un proceso de “Igualdad”, el cual eliminó todo lo incómodo y diferente, así como el dolor o los colores. Cuando nace alguien “distinto” o que no cumpla con las normas, es “liberado” de la comunidad, la palabra que utilizan para referirse a la muerte. La “liberación” en las personas más ancianas consiste en un acto bello en el cual te despides de la comunidad. Se romantiza la muerte sin siquiera saber lo que es. Los ciudadanos están tan sumamente controlados que consideran la idea de escoger por ellos mismos su trabajo o pareja como algo terrible que puede ocasionar un caos total. A los doce años se les asigna un trabajo acorde a sus cualidades que deberán llevar a cabo durante toda su vida.
Y es en este momento cuando conocemos a Jonás. Él es un joven al que le asignan el trabajo de “Receptor de memoria”, cargo otorgado a aquellos que tienen la capacidad de “ver más”. ¿Pero en qué consiste este cargo? El receptor es aquel que tiene el conocimiento absoluto sobre épocas pasadas, nuestra época: los colores, las emociones, la pasión, el dolor, la muerte, el amor… Incluso cosas tan simples como el frío o el calor.
Jonás es educado por el antiguo receptor, que ahora se denomina “dador”. Una vez Jonás descubre absolutamente todo, siente la necesidad de compartir con todos, los recuerdos y emociones del pasado además de los secretos de la comunidad.
Es aquí donde entra en juego Gabriel, un niño de apenas unos meses de edad al que van a liberar por no cumplir con las normas de comportamiento de los recién nacidos. No obstante, una vez Jonás se entera de la inminente muerte de Gabriel, unida al deseo de hacer conocer a todo el mundo lo que él conoce, toma una decisión que cambiará todo.
Es muy fácil comparar esta novela con el mito de la caverna de Platón, identificando a Jonás como el prisionero que consigue salir de la caverna (la comunidad) y acceder a las Ideas (conocimientos pasados). Este prisionero, al igual que Jonás, desea transmitir sus conocimientos a todo el mundo, y éstos, o no le dejan, o le toman por loco.
Sin embargo, lo que yo más destacaría de esta novela es la crítica a lo igual. En apenas 150 páginas, consigue convencer al lector de que lo igual es algo abominable y que jamás deberíamos tratar de conseguir. En su ensayo “La expulsión de los distinto”, el autor Byung Chul Han nos habla no solo de como se está eliminando lo diferente de nuestra sociedad, sino, además, como se une cada vez más y más lo igual para destruir cualquier símbolo que sea diferente y altere el orden unitario de la sociedad. El autor nos pone el ejemplo del terrorismo:
“lo que mueve a los hombres al terrorismo no es lo religioso en sí, sino más bien la resistencia del singular frente al violento poder de lo global”
Añade como ejemplo el hecho de que organizaciones como Al-Qaeda glorifiquen la muerte mientras que el continuo sistema en el que vivimos trata de preservar la vida como mera vida a cualquier precio.
Volviendo al libro que trato aquí, “The Giver” es un grito a la libertad. Jonás, quien ha descubierto la libertad, las emociones -buenas y malas-, sensaciones más allá de las que nadie en su comunidad puede conocer ni sentir, etc., siente que es un pez lleno de colores en un mar donde solo hay bancos de peces que viajan sin siquiera saber hacia dónde van, con una única misión: vivir. Aunque esta vida no tenga sentido, y ni siquiera lo sepan.
“The Giver” es una magnífica oda a la libertad y a unas emociones que hoy en día nos pueden parecer mucho más que problemáticas. Emociones que nos hacen sentir horribles cuando no podemos abrazar a nuestros familiares y amigos, o que nos destruyen porque no hemos podido despedirnos de alguien querido por culpa de este maldito virus. No obstante, es importante recordar que son estas emociones las que nos hacen humanos y las que nos ayudan a sobrevivir. ¿Quiénes seríamos sin sentimientos? ¿Seríamos algo más que simples autómatas? Prefiero sentirme como si no fuera nada un día y otro sentirme la reina del mundo, a no sentir nada.
Aunque no soy muy fan de Byunn Chul Han, tiene razón en cuanto a que esta sociedad unidimensional no tolera lo distinto y lo intenta aplastar; aunque esto no es nuevo, siempre ha pasado. La diferencia es que en otras épocas lo distinto se podía desterrar y salir de los límites de influencia del sistema social. Actualmente, en este mundo globalizado, es imposible esconderse en ningún sitio.